domingo, 19 de marzo de 2017

Logan, el adiós más cruel

No tenía premeditado que esta entrada coincidiera con el día del padre, pero oye, me parece hasta adecuado…
Voy a escribir sobre una película que vi el domingo pasado. Las críticas que había leído eran buenas, así que tenía las expectativas altas. Hablo de Logan, la última película de la trilogía de Lobezno y la última en la que Hugh Jackman interpretaría a este carismático personaje. Uno de mis favoritos de X-Men. Uno de mis favoritos de Marvel.
Cartel de Logan
Y he de decir que es un filme que a los fans de Lobezno no les gustará ver. No me malinterpretéis, la película es fantástica, de lo mejorcito en materia de superhéroes (género que a mí me encanta en el cine, qué le vamos hacer…). Pero lo que se narra en esta ocasión es la deconstrucción de lo que significan los X-Men, el futuro que no queremos para ellos. Es tremendamente pesimista, y triste.
Logan (la adaptación cinematográfica del cómic El viejo Logan) nos muestra a dos de los X-Men más queridos por la audiencia en un estado lamentable: enfermos y acabados. Y lo peor es que, por lo que se dice, quedan pocos mutantes y hace veinticinco años que no nace ninguno. ¿Sabéis eso que proclamaba Magneto de que las mutaciones eran el futuro? Pues el tiempo no le ha dado la razón, el futuro no ha contado con ellos, es más, los ha destruido. Logan se gana la vida como chófer, y el profesor Charles Xavier está recluido en un búnker, cuidado por un mutante rastreador, Caliban, y el propio Lobezno. Desde el principio te das cuenta de que el relato va a ser duro. Logan ya no es lo que era, eso se ve claramente, no se recupera y tiene la salud seriamente resentida. Y a Charles lo tienen drogado a base de pastillas porque una enfermedad degenerativa hace que no pueda controlar sus poderes y que le den unos ataques que paralizan a todos produciéndoles grandes daños. Tanto es así, que está oculto porque en el “incidente de Westchester” parece ser que mató a varias personas y mutantes por culpa de uno. Para protegerlo, han hecho creer al mundo que está muerto.
Y con este planteamiento comienza la historia, hasta que aparece Laura, una niña mutante muy especial que sospechosamente tiene los mismos poderes que Lobezno. Y ahí, con lo del día del padre, atáis cabos (pero sabed que ha sido una paternidad no deseada, que a Lobezno le robaron el código genético… y me callo que os destripo todo). No quiero hablar más del argumento, si os interesa ya iréis a verla. Y muchos ya la habréis visto.
La cuestión es que Logan es un relato de soledad. Porque Lobezno está más solo que nunca. Siempre ha sido un personaje muy independiente, pero esta vez la soledad no es voluntaria y, por ello, es más dolorosa. Está solo porque no le queda nadie más que el enfermo Charles. El Logan que vemos en esta ocasión está destruido. Siempre había sido luchador, y ahora nos aparece rendido, sin ganas de pelear, aunque rabioso. Y esto se nota en las escenas de acción de la película, quizá menos que en otras entregas, pero mucho más duras, lo que le ha valido su catalogación para mayores de dieciséis años.
Es más lenta que los otros largometrajes de X-Men, el director, James Mangold, se toma su tiempo para enseñarnos lo que sienten los personajes, y es que, aunque parezca raro, y a pesar de que no exista la típica relación amorosa en este tipo de filmes, es en la que más importan las emociones. A Logan le cuesta curarse, no sólo sus heridas físicas, también está roto por dentro. Nada le queda a lo que aferrarse. Y por eso no ve tan mala opción dejar que esa enfermedad que le corroe se lo lleve. Lobezno lleva intentando morir ya muchos años.
Quiero destacar esa extraña familia que forman en su viaje de huida el doctor Charles, Lobezno y Laura. Padre, hijo y nieta. Una mentira que nos ofrece las escenas más felices, entrañables y positivas del filme. Una dicha que pronto se rompe en mil pedazos, y Lobezno tiene que volver a sacar las garras.
Dafne Keen, la niña que hace de Laura, está soberbia. Es una mini-lobezna perfecta, con tanta furia contenida, tanta valentía, tanta determinación, que te recuerda al mejor Lobezno. Ése al que echas tanto de menos, pues sólo aparece de vez en cuando, cuando es estrictamente necesario, y normalmente fruto de la ira y la desesperación.
Sin duda, es una película madura, que recuerda a veces a un western (de hecho aparece uno en la cinta), y en la que cada vez estás más segura de cuál va a ser el final. Y no quieres que termine porque temes que tus pronósticos se cumplan.
Lo que más me ha gustado es, precisamente, esa capacidad de hacer una película de superhéroes que no parezca de superhéroes. Y el personaje de Laura. Y Lobezno, que nunca defrauda, aunque esté hecho polvo. También esa sensación de angustia que viví en el cine, porque eso quiere decir que el director y los actores consiguieron que yo sintiera exactamente lo que tenía que sentir, me involucré, y no me daba igual que Charles y Logan estuvieran enfermos y que hubieran desaparecido los otros mutantes, me daba mucha pena.
También me pareció algo estupendo que aparecieran los cómics de X-Men en el filme, a mí esas referencias a la realidad me parecen geniales.
Lo que menos me ha gustado es que no explican qué pasó exactamente en el incidente de Westchester. Por ahí he leído que Mangold no quería que toda la trama dependiera de ese suceso, pero a mí me faltó verlo, o al menos escuchar lo ocurrido, comprender su verdadera magnitud. Y luego, que tampoco dicen qué es lo que está matando a Lobezno, ¿la edad?, ¿el adamantium?, ¿qué le pasa?, ¿por qué no se cura?
Lobezno y Laura (X-23)

El final es a la vez esperanzador y desesperanzador. Sin embargo, es el mejor final que he visto en cuestión de películas Marvel. Han sabido cerrar la trilogía de Lobezno con maestría, sin dejar grietas a nada más. Esto acaba aquí señores, es triste, pero la vida es así. He de confesar que lloré, soy muy floja. A mí Logan me ha acompañado muchos años de mi vida.
Y sobre todo, es el final que Hugh Jackman se merecía para despedirse de Lobezno por todo lo alto, un personaje al que le debe mucho y al que siempre le ha estado agradecido. Para mí, como me pasó con Christian Bale y Batman, Jackman es Lobezno, y cualquier otro que venga a interpretarlo ahora me parecerá poca cosa. Así que le dije adiós con resignación y tristeza.

Espero que pronto tengamos otra entrega de la franquicia X-Men. Probablemente sin Lobezno, y seguro que sin Jackman. Te echaremos de menos, Hugh.

2 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Jo, qué tristeza de película, ¿No? :( Yo no he visto nada de X-Men (no me mates jaja) pero no porque no haya querido sino porque no se ha dado el caso. Un día me tengo que poner con las pelis, que no son pocas, y hacer un maratón.
    ¡Besitos sonámbulos! ★🌙

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    1. ¡Hola! Sí te gustan las pelis de superhéroes, las de X-Men son de las mejores, hay alguna peor que otra, pero en general están bien ¡Un saludo!

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