Hoy toca hacer una reseña de
película. Hace un par de semanas fue al cine a ver El gran showman. El filme nos cuenta la historia de P. T. Barnum,
su ascenso desde la nada hasta tocar el cielo con su espectáculo circense y cómo
esta trayectoria afecta a su vida personal.
Como siempre hago, advierto que
es un musical. Así que haters de este
género, abstenerse.
La banda sonora es espectacular. Me encantó This is me. Aunque toda ella merece ser escuchada de
principio a fin.
La historia, la trama, es
pequeñita, pero suficiente para conmovernos si encontramos el sentido de lo que
nos están contando.
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Los talentosos artistas de Barnum |
La primera lección que nos dan es
que hay que perseguir los sueños, creer en uno mismo y apostar por aquello que
nos llene. No rendirse. Y, sobre todo, que no hay que perder la humildad una
vez que se llega a la cima. No hay que dejar de lado a quienes nos quieren, a
los que nos apoyan en la lucha, ganemos o perdamos. Además, hay que hacer las
cosas por uno mismo, no hay que demostrar nada a nadie excepto a uno mismo. Hay
que llegar a donde se quiera llegar, no hasta donde los demás quieran que
lleguemos.
Sin embargo, lo maravilloso de
esta película es que es una oda a la diferencia. Algo tan necesario hoy en día,
en un mundo en el que damos de lado al que no es como nosotros. Porque si algo
tememos es lo que no conocemos. El desconocimiento genera odio. Y esto es lo
que nos muestra El gran showman. Ojalá
sirva para que algunos se vean en esos que quieren acabar con el circo
simplemente porque los artistas no son como ellos, y se den vergüenza de sí
mismos, vean lo ridículos que resultan, lo injusto de su actuación.
Este filme lleva por bandera la
tolerancia. Qué bella palabra. Los artistas del circo de Barnum son un ejemplo.
Algunos bestias no los ven como personas, los llaman monstruos. Y ellos aprenden
a hacer de su diferencia su punto fuerte. Son maravillosos.
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Efron y Zendaya |
Otro aspecto que me ha gustado es
que aquí se pone la familia el amor por encima de todo, algo que no es muy
habitual hoy en día. De vez en cuando es bueno ver que alguien apuesta por el
romanticismo, aunque sólo sea un poquito.
Visualmente es increíble, muy
vistosa, lleno de color. El vestuario circense es impresionante. El espectáculo
que se crea, te llena los sentidos.
Me sorprendió mucho el papel de
Zack Efron, y eso que no es un actor santo de mi devoción. Sin embargo, aquí es
el que evoluciona tan favorablemente que termina por enamorar.
A mí me gusto. No lloré casi (qué
raro). Al final, la moraleja son una serie de tópicos algo manidos, pero que es
necesario recordar de vez en cuando: ilusión, amor, tolerancia.
Y chicos, si al final de la
película, os sentís identificados con los artistas del circo, recordad que hay
que luchar, y que nadie os hunda, porque todos valemos mucho, lo llevamos
dentro. Hay que ser feliz.