Hoy toca reseñar la segunda y
última de las lecturas obligatorias de la UNED: Doña Perfecta de Benito Pérez Galdós. Acabé el libro el jueves, y
el viernes lo devolví a la biblioteca, por lo que ya no lo tengo (oooooh…). La
verdad es que me ha sorprendido, y me ha dejado muy buen sabor de boca, aunque no
por el final, que es bastante amargo.
Autor: Benito Pérez Galdós
Editorial: Cátedra
Año: 1984
Páginas: 295
Género: Realismo, novela
Sinopsis:
Doña Perfecta (1876)
fue la primera de las novelas sociales de Galdós, en la que trata de abordar
los problemas de la España de su tiempo. Con este fin, sitúa la acción en una
ciudad imaginaria (pero no irreal); su Orbajosa, como la Vetusta de Clarín, se
ha incorporado por derecho propio a la geografía literaria de nuestro país. El
problema central es el de la intolerancia, articulado dramáticamente por la
confrontación entre una visión provinciana, tradicionalista y primitiva, y otra
europeizada, liberal, centrada en la metrópoli. Doña Perfecta es
una obra de lucha: Galdós concibió su quehacer literario como intervención en
la realidad. Plenamente vigente en lo literario, su llamada a la tolerancia
sigue siendo —desgraciadamente— de actualidad.
Mi opinión:
Nunca había leído nada de Galdós,
así que cuando supe que una de sus obras era lectura obligatoria me sentí muy
motivada, porque me apetecía mucho. Sin embargo, yo me esperaba Fortunata y Jacinta, su obra cumbre, de
manera que me sorprendió esta elección de mi profesor (en la distancia) de la
asignatura. Me informé un poco y me enteré de que esta obra pertenece a la
primera etapa de la literatura de Galdós, la publicó por entregas en la Revista España (lo que se nota cuando la
vas leyendo) y es una crítica a la intolerancia y a la oposición al progreso.
El principal problema que le
encontré al texto es que en la introducción te destripan el final. Sí, me quedé
con una cara de “¿por qué me hacéis esto?”. A ver, que lo hacen en todas las
introducciones, sí, pero claro, yo ya sabía cómo acababan otras obras que he
tenido que leer como La Celestina o La vida es sueño. Pero es que, de Doña Perfecta, no sabía nada, y van y me
destrozan toda la intriga… Pues me fastidió un poco.
Luego, otro asunto que hay que
tener en cuenta, es que es realismo, así que el autor describe, y mucho, y a
veces hay capítulos que son algo largos y que aportan relativamente poco a la
trama. No obstante, no llega a hacerse pesado, yo me lo he leído sin ninguna dificultad.
Así pues se nos presentan las dos
posturas que se enfrentan desde el principio en el libro, la de Pepe Rey, un
joven ingeniero de la ciudad, liberal y partidario del progreso, que va a
Orbajosa a casa de su tía (doña Perfecta) para casarse con su prima, con los
habitantes de esta ficticia población, tradicionales, cerrados y muy poco tolerantes.
En los primeros capítulos Pepe
Rey no te llega a caer bien, se queja por todo, no tiene ninguna empatía,
critica todo cuanto ve y delante de aquellos a quienes puede ofender con sus
observaciones. Vamos, que le falta un poco de mano izquierda y es bastante hater. La aparición del canónigo don
Inocencio marca el primer punto de inflexión, no hace más que provocar a Rey
para hacerle quedar de arrogante, hereje y poco respetuoso, pero todo fingiendo
una falsa modestia y bondad que para nada posee. Mientras tanto, Perfecta
intenta quedarse en el punto medio, no rechazando a su sobrino y procurando darle
leves toques de atención para que corrija su “desconsiderado” comportamiento.
Esto, junto con ciertos problemas con las tierras que corresponden a Pepe Rey,
hace que todo el pueblo se ponga en su contra.
Enseguida te das cuenta de que
Pepe Rey no merece tanta antipatía, que puede que no tenga mucho filtro a la hora
de hablar, pero es que todo, absolutamente todo lo que sale de su boca, es
malinterpretado por los de Orbajosa. Y te da pena. Y este es el momento en el
que te metes en el libro, cuando te engancha.
Con todo el pueblo oponiéndose a
su presencia, cualquiera en el lugar de Rey se hubiera ido dejándolos ahí con
sus prejuicios y tonterías. Mas aquí entra el factor que lo cambia todo: el
amor. Pepe Rey y su prima, Rosarito, se enamoran. A Rosarito la tienen
encerrada por una extraña dolencia y Pepe Rey sospecha que es contra su
voluntad, así que no se puede marchar sin más, dejando a su amada sola ante
tanta mala gente. He de decir que el amor entre Pepe Rey y Rosarito es bastante
irreal, caen prendados el uno del otro nada más verse. Incluso Rosarito llega a
admitir que por lo que el padre de Pepe contaba de él en las cartas, ya estaba
medio enamorada. Un amor de oídas, bastante inverosímil, sin embargo, es
necesario para que la trama avance, Pepe Rey necesita un motivo para quedarse
en la hostil Orbajosa.
Pepe Rey va atando cabos y poco a
poco se da cuenta de que el origen de toda esta conspiración contra él está más
cerca de lo que parece… Y no quiero decir nada más para no hacer como me hicieron a mí con la introducción y fastidiaros más de la cuenta la trama. Aunque sí diré que la
conversación en la que se desenmascara todo es tensa y magistral.
Hay que reseñar que el conflicto
se extrapola a la política con la entrada del ejército en Orbajosa. Ya no es
sólo un problema entre Pepe Rey y el pueblo, son dos formas de ver a España las
que se enfrentan.
Galdós no se posiciona
claramente, pero se intuye perfectamente su pensamiento con sus descripciones y
su manera de contar los hechos. Y, por supuesto, no justifica las malas
acciones que realiza Pepe Rey (que las hace), es un narrador que trata de ser
imparcial, pero el lector sabe juzgar con la materia que el autor nos proporciona
lo que en Orbajosa sucede.
Otro aspecto a destacar es lo
bien que están caracterizados los personajes con su forma de hablar, los más
cultos tienen un lenguaje esmerado y amplio, los que prácticamente son
analfabetos son más limitados y usan expresiones más populares.
Percibí además una posición
contraria al típico Beatus ille que
tanto de moda había estado en obras de tiempos anteriores. La vida alejada de
la ciudad ya no es tan idílica, al revés, puede convertirse en una auténtica
pesadilla.
En cuanto a los personajes, mi
forma de ver a Pepe Rey evolucionó de tenerle un poco de manía a cogerle
cariño. Doña Perfecta sufrió el camino inverso al de Pepe Rey, de cierta
simpatía al odio. Por otro lado, Rosarito, al principio parece una muñeca a la
que todos manejan, sin embargo, sorprende al tomar decisiones contrarias a las
de su madre, desobedecerla e incluso desafiarla. Y, el canónigo don Inocencio… a ese hombre
lo aborrecí desde la primera página en la que aparece hasta la última. Es curioso lo bien que están puestos los nombres, jugando con la ironía, pues cada uno es lo opuesto de lo que su nombre indica.
El final es bastante trágico,
pero encierra algo de justicia "divina", pues todos aquellos que obraron mal
quedan castigados de alguna manera. Lo malo es que también los buenos acaban
mal parados.
Lo que más me ha gustado es la
capacidad de engancharte poco a poco a la historia, y la crítica social y
política que se hace a través de una situación familiar.
Lo que menos, el principio, los
capítulos que pasan hasta que te metes en la historia. Además, las
conversaciones entre Pepe Rey y don Inocencio se hacen repetitivas.
¡Ah! Y que te destrocen el final antes de empezar (esto ya lo he dicho, ¿no?)…
Lo cierto es que me he quedado
con más ganas de Galdós, así que no descarto leerme más adelante La de Bringas y Fortunata y Jacinta (aunque esta última es muy larga, así que se va
a la lista de libros para leer a largo plazo).
Sin duda os recomiendo Doña Perfecta, os gustará, aunque no
esperéis una trama muy complicada ni espectacular, pero precisamente en esta
sencillez está la belleza, en la facilidad con la que Galdós es capaz de dar
una visión y una crítica de la sociedad del momento en el que él vivió.
Citas:
“No sabemos cómo hubiera sido
doña Perfecta amando. Aborreciendo, tenía la inflamada vehemencia de un ángel
tutelar de la discordia entre los hombres”.
“Esto se acabó. Es cuanto por
ahora podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son”.
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