Todas las miradas del mundo de Miguel Mena deja un sabor agridulce.
Se trata de una crónica minuciosa sobre lo que acontecía en los tiempos de Naranjito en nuestro país. De telón de
fondo encontramos la inseguridad. La inseguridad que vivía la población, la
policía, el mundo en general.
Mena relata con la excusa del
mundial de 1982 un mosaico de historias que juntas contemplan una sola, la de
España. Un país hundido por el terrorismo, la droga, los fascistas empeñados en
volver al régimen anterior, la colza y unas fuerzas de seguridad deshechas por
la incapacidad de defender a la ciudadanía, azotadas por las muertes de sus
compañeros día sí y día también.
Y más allá de eso, una narración
de los sucesos internacionales que rodeaban nuestra península, empapados por la
guerra entre comunismo y capitalismo. Un país dividido, un mundo dividido que estalla
en un mundial de fútbol cuando desaparece un miembro de la delegación neozelandesa.
El inspector Mainar es el encargado de investigar el caso, pretexto para
repasar la historia.
El autor narra con acierto los
hechos, entremezclando las voces de todos los personajes hasta completar un
puzle en el que la última pieza cae como una losa cruel sobre el lector, impregnándonos
de una sensación de dolorosa impotencia.
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